He tenido que recordarme más de una vez, que como dice uno de mis mentores, el Sr. John C. Maxwell, nuestra vida no es una prueba de vestuario. Es lo que está sucediendo todos los días.
A veces vemos en otros lo que, en secreto, nos gustaría hacer a nosotros y nos guardamos ese deseo en una cajita en el corazón como si no sucediera nada… total… nadie se va a enterar. Y pasan los meses y los años y cada vez que somos testigos de una situación similar, ese sueño que creíamos archivado, vuelve a agitarse adentro nuestro.
Bueno, dejame decirte lo que me sucedió a mí. Creía que nada sucedería por callármelo porque nadie se iba a enterar…. Pero resultó que YO lo sabía. Y ese sueño, casi “imposible”, que era muy lindo de pensarlo, con el tiempo… encerrado… dejó de ser una alegría y empezó a transformarse en un dolor… en una frustración personal… Y busqué todas las excusas para justificar mi inacción… pero el dolor de impedirle salir a la luz no se fue… Pero los años, si.
Hasta que un buen día, después de un proceso de desarrollo personal, la manera en la que venía mirando ese sueño cambió. Entendí que nadie me lo impedía, más que yo misma. Que ahí estaría hasta que yo decidiera hacer algo con él. Pero sobre todo, que ya no se trataba solo de mí, sino del propósito detrás de ese sueño en sí, que me iba a impactar a mí una vez que te haya impactado a vos primero.
No sé cuál sea ese sueño que está guardado en una cajita en tu corazón. Pero sí se algo. Te va a acompañar toda la vida. Porque no es parte de la vida de otro, sino de la tuya. Y también sé que, mientras lo mantengas en cautiverio, habrá una raíz de amargura adentro tuyo…. y otras personas nos estaremos perdiendo de beneficiarnos de él.
Ya sabés de qué estoy hablando? Verdad que sí? Comentame.
Te veo.
Caro.